miércoles, 19 de junio de 2013

El fotógrafo de cadáveres. Julio Castedo.



Título: El fotógrafo de cadáveres.
Autor: Julio Castedo
Editorial: Plataforma editorial
ISBN: 978-84-15577-08-9
Páginas: 213
Fecha de Publicación: Septiembre de 2012.




“Es probable que, aunque hubiese crecido
totalmente ajeno a tu influencia, tampoco habría
podido llegar a ser como tú habrías deseado”
(Carta al padre. Franz Kafka)



“No ignora que la memoria confabula en
secreto a favor de nuestro bienestar, que
exagera los recuerdos agradables y tiende a
dejar escapar lo turbio, a hacer confuso lo abyecto”
(El fotógrafo de cadáveres. Julio Castedo)




Cuando allá por el mes de enero de este año puse en marcha esta sección, dedicada a nuestros autores noveles, ya columbraba que su misión y su razón de ser era la de apoyar y ayudar en su carrera a todos esos autores, dotados de un gran talento, que esperan una oportunidad para darse a conocer y tener “esa” oportunidad para poder iniciar su carrera literaria.  Mi última publicación en esta sección data del 14 de enero de 2013, cuando analicé y reseñé la extraordinaria novela “Hojas de dedalera” de la escritora salmantina Victoria Álvarez. Desde entonces he leído varias novelas que muchos autores han tenido la amabilidad de enviarme (a los que, por cierto, he contestado a todos, dándoles mi opinión personal sobre su trabajo, así como algunos consejos que, en mi opinión, les podrían ayudar en su incipiente carrera literaria). Por otra parte, si algo tengo claro es que este blog está concebido desde la máxima honestidad, por mi parte, a la hora de aplicar, con todo rigor, como he hecho siempre, el análisis crítico de las novelas. Y entendí que, tratándose de autores noveles que buscan darse a conocer y dado que la finalidad principal de este blog es “dar un empujón” a los escritores que empiezan, no sería muy adecuado, ni probablemente justo, publicar la reseña de una novela que, personalmente, no considerase que tuviese un mínimo interés literario y artístico y que, incluso, y en el peor de los casos, su publicación pudiese llegar a perjudicar al autor. Aún me quedan bastantes novelas por leer, y gracias a vuestra confianza en mi trabajo me siguen llegando muchísimas,  y espero que, poco a poco, pueda ir leyendo todas. Como os podéis imaginar esta sección representa para mí un tremendo sobreesfuerzo, porque muchas de las novelas que leo no llegó a reseñarlas en la sección (de hecho esta será la segunda novela que reseño en este blog en seis meses) pero sí les hago llegar a sus autores un “informe de lectura” con mi opinión al respecto. Me consta que este blog es seguido por algunas editoriales muy prestigiosas, lo cual es un motivo de orgullo y es, para mí, todo un acicate en la búsqueda de esos autores de talento que, por unas causas u otras, no consiguen dar el salto al reconocimiento público.




Dicho todo lo cual y después de este largo “proemio”, que, en mi opinión, era necesario e ineludible, vamos a entrar en el estudio crítico, propiamente dicho, de la novela que nos ocupa. A modo de marco general, en el que circunscribir el carácter de la reseña de la novela “El fotógrafo de cadáveres” del escritor madrileño Julio Castedo, no me duelen prendas en reconocer que, en mi opinión, se trata de una novela magnífica, sin paliativos, y más aún tratándose, prácticamente, de un autor novel. Un texto, desde un punto de vista analítico, tremendamente rico e interesante y con algunos detalles, en los que más adelante profundizaré, que muestran el indudable talento de su autor a la hora de narrarnos esta interesante historia.





Por seguir un cierto orden metodológico en la exposición de este análisis, y con la loable intención de situar al eventual lector de esta reseña, creo que lo más adecuado será empezar por pergeñar someramente la sinopsis argumental de “El fotógrafo de cadáveres” de Julio Castedo. Para este fin voy a transcribir la recensión que la editorial Plataforma nos ofrece en la contraportada del libro:




“Ambientada en la Primera Guerra Mundial, El fotógrafo de cadáveres narra la historia de dos protagonistas: Stefan Adler, un brillante fotógrafo vienés contratado para fotografiar a los cadáveres de los hijos de la alta sociedad austriaca muertos en el asedio austro-húngaro a la ciudad de Belgrado; y Arthur Klammer, un joven soldado, nihilista e introvertido, que se ve obligado a participar en una contienda que no comprende, una guerra en la que no hay redención ni purificación, sino solo un dolor intenso e injustificable.


Tras el estallido de la Gran Guerra, Adler realizará su trabajo con una perfección cada vez más obsesiva, queriendo devolver a los padres de los soldados muertos una imagen serena de sus hijos, un recuerdo que puedan contemplar. Aprende a suturar, a maquillarlos, a disimular sus heridas, para que una vez fotografiados puedan dar la sensación de que estuvieran dormidos. Convierte así un oficio aparentemente repulsivo en una tarea cargada de humanidad.


Mientras tanto, Klammer colisiona con un mundo de rigidez e intolerancia militar desconocido para él, y debe enfrentarse a la muerte y al horror una y otra vez. La vida de barro, ratas y peligro de las trincheras le resulta insoportable a un joven culto que no comprende el mundo en el que vive y sueña con ser escritor...”.




En primer lugar tengo que decir que me ha sorprendido muy positivamente la edición, tan cuidada, de la novela. A pesar de tratarse de una editorial pequeña es un placer leer esta novela sin encontrarse, con la desafortunada y, por desgracia demasiado habitual aparición de todo tipo de errores (sintácticos e incluso ortográficos) que tanto daño les hace. Es una auténtica delicia disfrutar de la prosa, tan hermosa y lírica en algunos fragmentos, tan rica tanto en imágenes como en su gran capacidad evocadora, con la que Julio Castedo “viste” su novela. Si analizamos detenidamente la prosa veremos que una de sus virtudes, en mi opinión, es la plasticidad con la que se adapta, y en algunos momentos subraya, la acción dramática. Por así decirlo su prosa está en función de la narración y no al revés.




Uno de los puntos que me ha resultado más atractivo e interesante ha sido la construcción formal de la novela basada, fundamentalmente, en la acertada disposición de varias columnas basales que sostienen toda la estructura del relato. Voy a intentar, por desgracia someramente, analizar algunas de estas columnas basales que cimentan, desde un punto de vista técnico, el éxito de “El fotógrafo de cadáveres”. Por una parte, tengo que destacar, el acertado uso que hace el autor al situar el tiempo narrativo en el presente. Ese uso del presente es fundamental para dar coherencia al relato que nos propone Julio Castedo. A este uso del tiempo narrativo se une la voz de un narrador no omnisciente, excepto en algunos momentos muy puntuales, que se limita a acompañar la acción dramática. Lógicamente, no puedo, ni debo, reventar la novela pero dados los hechos que acaecerán al final de la novela, estos presupuestos que acabo de referir serán fundamentales, lo que demuestra el oficio y la inteligencia narrativa con la que Julio Castedo concibe y estructura su novela. Por otra parte la novela está estructurada en pequeños capítulos (en concreto treinta y ocho) en las que el autor nos va a ir narrando, alternativamente, el relato de Stefan Adler y el de Arthur Klammer. Sin embargo, el autor sabe dotar de una coherencia interna a estos dos relatos, aparentemente paralelos. No me resisto a citar uno de los momentos más notables del libro que es la transición que Julio Castedo utiliza para “unir” mediante una bellísima “sinestesia temática” (permítaseme esta expresión) que ofrece una clara sensación de continuidad temporal. En el final del capítulo cuarto Arthur Klammer teme que llamen a la puerta de su casa y se presente un suboficial para entregarle la carta de incorporación a filas:



Arthur odia la prosa castrense. No ha salido todavía de la cama, nunca ha estado en un cuartel y ya reniega del ejército como si hubiera ingerido y vomitado su rancho cien veces, porque algo le dice que el cumplimiento de su última profecía es inminente.



Cesa el viento, que calla igual que una vieja respetuosa ante el paso de un cadáver. Su madre vuelve a casa y él oye el apresurado vaivén de sus pisadas en la planta baja. Después de un instante vacío que Arthur habría deseado perpetuo, suenan tres fuertes golpes de aldaba en la puerta”.



Sin solución de continuidad el capitulo quinto comienza de la siguiente manera:



“Stefan Adler recoge el sobre que el cartero ha deslizado esa misma mañana bajo la puerta. Le duele la cabeza por los excesos de la noche anterior, y al agacharse siente como si le clavaran cientos de agujas en la nuca. En el remite, escrito con una caligrafía clásica y elegante, hay un nombre de mujer que le resulta lejanamente familiar: Baronesa Elisabeth Molker”.




(Obsérvese la elegancia y la belleza con la que enlaza ambos capítulos y ambos relatos utilizando el elemento de la llamada a la puerta de Arthur presagiando la llegada de la carta y cómo en el siguiente capítulo enlaza con que aparece una carta debajo de la puerta de Stefan)





Otro de los puntos en los que me gustaría detenerme es el acertado diseño y la profundidad psicológica que Julio Castedo consigue imprimir a sus personajes. No negaré que, personalmente, me atraen mucho, desde un punto de vista literario, esos personajes torturados, con un fuerte componente nihilista, como son los personajes principales de esta novela, especialmente el de Stefan Adler. Un personaje que, en otras manos menos expertas, tendría tendencia a “desmandarse”. Sin embargo, Julio Castedo le dota de una estimable contención en su dolor, en su desesperación y, en definitiva, en su sensación de haber comenzado su ocaso vital. Esta sensación de carnalidad y vida del personaje se debe, en gran medida, a su “oposición” casi contrapuntística, con el otro protagonista de la novela el joven Thomas Klammer. La novela está ambientada en plena primera guerra mundial, de hecho se inicia con el asesinato del emperador Francisco José en Sarajevo, sin embargo, y al menos esa es mi opinión, más que una novela histórica, que en cierto modo lo es, la definirá como una novela intimista que nos va a “obligar” a pensar, a reflexionar sobre el sinsentido de las guerras y de la alienación de los seres humanos en esos conflictos bélicos.




Me ha interesado mucho la autocontención del autor a la hora de narrarnos “El fotógrafo de cadáveres”. A la novela, de poco más de 200 páginas de una generosa tipografía, no le sobra ni un página de más (valga la expresión, tal vez, algo grandilocuente). En ese ejercicio de contención Julio Castedo no ha navegado por “meandros” accesorios de la novela que, por otra parte, en la literatura actual suele ser tan habitual con el fin de “engrosar” artificialmente la novela. En ese ejercicio de belleza formal es insoslayable analizar cómo van convergiendo, de un modo casi inapreciablemente al principio, los dos relatos, para terminar con un bellísimo final de un lirismo estremecedor. Destaco y recomiendo, especialmente, el último capítulo del libro escrito con una delicadeza y una sensibilidad que sumergen al lector en esa belleza “decadentista” de la Viena imperial, en aquellos momentos en que el imperio se está deshaciendo por momentos. Como bien saben los lectores y seguidores de este blog literario, para mí es muy importante la manera de rematar la novela. No hace mucho, en otra reseña anterior, ya comenté que en algunos casos un final abierto puede resultar magnífico, mientras que en otros casos, en mi opinión, mostrar alguna carencia técnica en el autor. En el caso de “El fotógrafo de cadáveres” es una novela magníficamente resuelta y con un final en “pianissimo” que, como ya comenté más arriba, me ha subyugado.




Si analizamos la dinámica interna del texto, podemos comprobar cómo el autor va regulando, sabiamente, la acción de ambas tramas paralelas. Sería un tema interesante poder detenerse en el análisis de cómo se van entrecruzando las escenas en un “in crescendo” “dinámico” que concluirá en el clímax del cruce de ambas líneas narrativas, pero este estudio desbordaría los límites propios de una reseña literaria. En cualquier caso insto al lector que repare y se deleite con ese “increscendo” narrativo.




Una vez que hemos analizado formalmente la obra, por desgracia someramente, creo que merece la pena detenernos en el fondo de la novela. Como comentaba más arriba, y a pesar de que “El fotógrafo de cadáveres” se desarrolla durante la Primera Guerra Mundial, el relato que nos plantea resulta intemporal al que el autor le imprimé un marcado carácter humanista: “Homo sum, humani nihil a me alienum puto” (Hombre soy, nada humano me es ajeno), siguiendo la celebérrima cita del comediógrafo Terencio. Como buen médico que es el autor, veremos cómo tomará distancia en las narraciones más escatológicas y lejos de “regodearse” en las heridas y las mutilaciones de los cadáveres, nos las describirá con la precisión científica y desapasionada de un galeno y siempre porque, de alguna manera, son necesarias en el relato. Y como consecuencia, de ese humanismo antes citado, Julio Castedo utilizará el escalpelo, con precisión quirúrgica para diseccionar, con extrema delicadeza las relaciones paterno-filiales. A lo largo de la historia de la literatura se ha escrito mucho acerca de las relaciones materno-filiales, pero, sin embargo, no es tan habitual estudiar el vínculo entre padres e hijos. He querido comenzar esta reseña, al igual que Julio Castedo la novela, citando esa hermosa frase del libro “Cartas al padre” del gran escritor checo Franz Kafka, autor rigurosamente contemporáneo a la época que narra la novela y deudora, como no, por ese sentimiento existencialista que destila su vida y su obra. Ruego al lector que repare en la profundidad y en todo lo que representa esa cita Kafkiana.



“El fotógrafo de cadáveres” tiene muchos momentos de una gran altura literaria y de un lirismo contenido que, lo digo con toda honestidad, me han provocado un gran placer estético. Hay varias escenas que me gustaría destacar, por citar alguna y sin desvelar mucho el argumento, me gustaría citar todo ese monólogo interior, toda esa zozobra que zahiere al personaje de Stefan en el capítulo 19. Transcribiré una parte de ese monólogo para que el lector pueda hacerse una idea.




Le da vergüenza recrearse en esos pensamientos, hacer el mismo juego de conjeturas sinuosas con el que tanto tiempo perdió durante su adolescencia, cuando por un exceso de especulaciones fue incapaz de acercarse a las chicas que verdaderamente lo cautivaban y tuvo que conformarse con aquellas otras, sin duda menos atractivas pero más accesibles, que tomaban la iniciativa y enseñaban con picardía sus cartas. Eso lo llevó a tener muchas relaciones, a conocer a un buen número de mujeres sin entregarse a ninguna. El verdadero amor había sido esquivo con él. Ahora ya no se siente con fuerzas para enamorar a nadie, ya no sabe de qué atributos presumir, porque el tiempo ha consumido buena parte de sus fuerzas, y el alcohol y la tristeza han mermado su ingenio hasta dejarlo al ras de lo anodino; ni siquiera puede alardear ya de su profesión de fotógrafo, que en tiempos de paz atraía a las jóvenes de todas las clases sociales por la posibilidad de verse retratadas como si fueran grandes damas, pero que en el escenario de la guerra se han convertido en un oficio de difuntos”.




Un libro tan rico en matices y variado en su desarrollo temático como es “El fotógrafo de cadáveres”, no se queda sólo en una “novela”, por así decirlo, en este libro Julio Castedo nos hará reflexionar sobre la condición humana y sobre el sinsentido de la guerra. No me resisto a citar, textualmente, un fragmento de su novela, que en estos tiempos que vivimos no debería dejar a nadie indiferente.




En Zagreb, tal como presumía Arthur, les enseñan a obedecer, a cumplir una orden sin cuestionarla, por pueril o descabellada que parezca. Ésa es la piedra angular del ejército: la anulación de la posibilidad de réplica. Arthur cree que la sociedad genera aviesas estructuras de sometimiento: la política, las religiones, el ejército, todas distintas en su apariencia, pero siempre con el mismo fin: anular las voluntades individuales y ponerlas al servicio de sus líderes. Para él ningún hombre debe poseer la voluntad de otro, nadie tiene el derecho a manipular a quien siendo más débil, o menos inteligente, acepta participar en un juego del que ni siquiera conoce bien todas las reglas. Le parece irrefutable que la sociedad se ha basado desde siempre en un avance en un principio negativo: que muchos obedezcan a unos pocos para evitar su castigo. Y odia la inmunda paradoja de la guerra, según la cual un hombre lo pierde todo, incluso su vida, para que otro obtenga un beneficio insignificante”.




Una vez más, y por desgracia, van a quedar en mi cuaderno de notas decenas de apuntes, sugerencias y sentimientos que la lectura de “El fotógrafo de cadáveres” de Julio Castedo ha dejado en mi ánimo y en mi corazón. Y lo siento, porque es una novela de una gran riqueza literaria y con muchas posibilidades analíticas. Pero el estudio de esta novela ha desbordado, ampliamente, los límites razonables de una reseña literaria.




Antes  de terminar esta reseña me gustaría comentar algunos detalles con respecto a esta sección de “autores noveles” dentro de este blog literario. Como comentaba, justo en el “proemio” a este análisis sobre la novela de Julio Castedo, me gustaría dar las gracias a las decenas de escritores que me envían sus obras para que las lea. Siempre que recibo estás novelas que se me envían con tanto cariño y tantas esperanzas puestas, resulta muy duro para mí tener que leerlas con espíritu crítico y mucho más aún cuando veo que todavía les queda mucho a sus autores para alcanzar un nivel óptimo, literariamente hablando, por supuesto. Por lo cual he decidido sólo publicar en esta sección las reseñas de las novelas que, en mi opinión, son de una calidad sobresaliente, porque no sería capaz de hacer una crítica negativa de un autor que comienza en este apasionante mundo de la literatura. En cualquier caso yo leo todas las novelas que me llegan, poco a poco eso sí, porque estoy desbordado de trabajo y aunque no alcancen ese nivel óptimo siempre contesto a los autores con un “informe de lectura” dándoles mi opinión y consejos para mejorar su técnica narrativa.




Hasta el día de hoy han sido reseñadas en esta sección dos grandes y magníficas novelas: “Hojas de dedalera” de la escritora salmantina Victoria Álvarez y “El fotógrafo de cadáveres” del madrileño Julio Castedo. En ambos casos estas novelas tiene nivel y categoría para dar el salto a prestigiosas editoriales que les ayuden a progresar en sus respectivas carreras. Sin duda alguna puedo afirmar, sin miedo a equivocarme, que he reseñado en el blog “Las bizarrías de Belisa” novelas de autores profesionales bastante peores, literariamente hablando, que estas. Por último me gustaría deciros que, de ahora en adelante, a los autores noveles, no les voy a otorgar una nota final valorando su calidad. Eso queda para los escritores profesionales que reseño en el blog. Eso sí, puedo garantizar que todos las novelas que aparezcan en esta sección serán, a juicio de este crítico literario, de una calidad excelente.




Para terminar, y a modo de resumen, me gustaría recomendar a todos los amigos de este blog la lectura de esta novela por todo lo que he expuesto con anterioridad. También aprovecho para comentaros que, como es costumbre en esta sección, Julio Castedo ha tenido la amabilidad de concedernos una entrevista, que será publicada próximamente, con el objetivo de conocer un poco más en profundidad al autor. Voy a terminar esta larga reseña con un hermoso fragmento de “El fotógrafo de cadáveres” que habla del amor:




“A veces el amor llega de repente, te invade y te confunda y es hermoso que sea así, pero en otras ocasiones sólo se desliza, como el agua entre los dedos, para después hacerse profundo y cambiarlo todo”.

© Luis Alberto Cao


(Para ilustrar esta reseña os dejo un interesante documental sobre el asesinato de Francisco Fernando en Sarajevo, detonante de la Primera Guerra Mundial, y que es es narrado en esta novela)

lunes, 14 de enero de 2013

Hojas de dedalera. Victoria Álvarez


Título: Hojas de Dedalera
Autor: Victoria Álvarez
Editorial: Versátil
Páginas: 520
Fecha de Publicación: 7 noviembre 2011.





“En ocasiones pienso que lo que reverenciamos en los cementerios cuando acudimos a visitar las tumbas de nuestros seres queridos no son solamente sus huesos, sino nuestro propio dolor. Construimos panteones para recordarnos lo mucho que amamos a nuestros padres, hermanos, amantes y amigos; queremos que el mundo entero lo comprenda, que nos compadezca por nuestra pérdida, pues lo que nos hace más daño no es pensar en lo que sucede en el Más Allá… sino en lo que nos espera en esta dimensión. La parte más importante de nuestra conciencia desaparece con nuestros muertos. Así que todos estamos un poco muertos, en cierta manera”. (Hojas de dedalera. Victoria Álvarez).


“«Pero el primer amor no es el que marca nuestras vidas», se dijo la muchacha, recostando la cabeza sobre su pecho. «Es el último. Siempre será el último. Para toda la eternidad»”. (Hojas de dedalera. Victoria Álvarez).




Me gustaría encabezar esta reseña haciéndoos participes de mi alegría al abrir esta nueva sección dedicada a los autores noveles que serán, que duda cabe, nuestros grandes escritores del futuro. Precisamente por eso debemos cuidarlos, ayudarlos e  intentar darles a conocer porque ellos son, sin duda alguna, el futuro de nuestra literatura. Dicho todo lo cual y agradeciéndoos la gran acogida que ha tenido esta nueva sesión y ya sin mas preámbulos vamos a adentrarnos en el análisis minucioso y sistemático de la novela que inaugura esta sección.



“Hojas de dedalera” ha sido el  “sorprendente” debut literario de la escritora salmantina Victoria Álvarez que, dicho sea ya de paso, me ha parecido una novela excelente como intentaré ir argumentando a lo largo de la reseña. Pero, y como suele ser habitual, empezaré enmarcando, en pocas palabras, las líneas maestras que sostendrán, a modo de columnas, la estructura del análisis y comentario de esta novela. Tengo que reconocer, sin ambages, que me he visto gratamente sorprendido por el rutilante debut de Victoria Álvarez en el mundo de las letras. Y además con el mérito adicional de tratarse de una novela extremadamente compleja, en su estructura narrativa y dramática, que no ha arredrado a la autora a la hora de abordar esta compleja narración desde un punto de vista técnico. Más adelante, a lo largo de la reseña, me detendré con detalle en éste y otros aspectos técnicos de la novela para acercar y ayudar al lector de este análisis literario a valorar el mérito de este debut literario. Sin embargo, también tengo que reconocer que adolece, en mi opinión de algunos errores. Aunque mi intención desde esta sección no es, ni mucho menos, señalar los errores con espíritu “crítico”, en la peor acepción de la palabra, sino mostrar la parte en donde se puede mejorar un texto literario. Creo que esta sección, independientemente por supuesto, de su labor de análisis y crítica literaria debe tener, además, un sentido y un valor pedagógico. Se trata de ayudar y, de alguna manera, “formar” a los autores noveles para acercarse a su objetivo principal, a su gran ilusión: ser escritores, grandes escritores.




Antes de seguir adelante me gustaría comentaros que me he sentido realmente conmovido tras la lectura de “Hojas de dedalera” de Victoria Álvarez. Y tengo que confesaros que he llenado, con una letra diminuta y apretada, más de diez hojas de notas y sugerencias que me ha provocado su lectura. Sin duda alguna, esto ya de por sí puede dar una idea del poder de evocación y sugestión que ha ejercido este texto en mí. Como ya es habitual, he dejado transcurrir una día entero antes de sentarme ante el ordenador para redactar esta reseña, con el fin, más que justificado, de reposar las emociones suscitadas por la novela, circunstancias absolutamente incompatibles con un riguroso análisis crítico que, por definición, deber ser desapasionado, objetivo y sistemático.



Llegados a este punto creo que lo más conveniente, con objeto de situar al eventual lector de estas líneas, será pergeñar, muy someramente, una sinopsis argumental de la novela “Hojas de dedalera”. Para este fin me parece conveniente bastante adecuada la recensión que ha facilitado la propia editorial Versátil, ya que muestra una visión muy general de la novela sin entrar en mucho detalle.



“Londres, 1888. Desde niña Annabel Lovelace se ha visto obligada a vivir con su tío, guarda del Cementerio de Highgate, donde descubre su extraña habilidad para comunicarse con los muertos, quizás gracias a la enfermedad cardiaca que la obliga a vivir entre la vida y la muerte.
Años más tarde, una serie de misteriosas casualidades la convertirán en la médium más influyente del Imperio Británico. Sin embargo, su don la llevará a descubrir secretos que deberían haber permanecido ocultos y que pondrán en jaque a la aristocracia londinense”.



Entiendo que muchos lectores puedan tener una primera impresión de que “Hojas de dedalera” es una novela que se pudiera encasillar en el género de novela juvenil de corte romántico, por así decirlo, del tipo de la famosa saga “Crepúsculo” de la escritora norteamericana Stephenie Meyer. Sin embargo conforme avanzamos en la lectura de la novela comprobaremos que es mucho más que eso. “Hojas de dedalera” es  un libro, como ya comenté al principio, muy ambicioso, literariamente hablando, que exhala un reconfortante olor a buena literatura. “Hojas de dedalera” es una novela bien escrita, sólida  desde un punto de vista literario, con una prosa hermosa, sugerente, llena de imágenes que apelan a nuestros todos nuestros sentidos, creo que no me equivoco si definiese su prosa como de “sensual”. Voy a permitirme transcribir un fragmento de la novela en la que Victoria Álvarez nos muestra uno de los puntos fuertes de su escritura, que es su capacidad descriptiva haciendo uso de un léxico abundante, eufónico y preciso



“Las campanas de St. Michael profirieron cinco alaridos de bronce; Annabel reconocería aquel sonido en cualquier parte. Coleridge aún seguiría sepultado en su cripta, dedicando sus himnos póstumos a la cárcel de piedra y de bronce que abrazaba sus restos mortales. El renegrido colmillo de su torre, con las cejas enarcadas de sus vanos, seguiría apuntalando las estrellas, aunque Annabel Lovelace no fuera la misma…”




“Hojas de dedalera” es, en mi opinión, una novela fundamentalmente gótica, escrita por una autora que demuestra un gran conocimiento de la literatura en general, y de la inglesa en particular, que se evidencia al profundizar en el análisis. En esta novela aparecerán resonancias de grandes autores como Dickens, Austen, las hermanas Brönte, Mary Shelley, Le Fanu, Bram Stoker.... También me ha interesado mucho la cuidada ambientación de la novela y su exhaustiva labor de documentación a la hora de abordar su escritura. Y tengo que destacar esa labor de orfebre, por parte de la autora, a la hora de cuidar esos pequeños detalles de ambientación que son, al fin y a la postre, los que consiguen que nos creamos una novela. He dejado para el final citar que otra de las grandes influencias, al menos esa es mi opinión, en esta novela es el gran escritor norteamericano Edgar Allan Poe. De hecho, voy a transcribir la parte final de uno de sus grandes poemas llamado “Annabel Lee”, que curiosamente tiene el mismo nombre de la protagonista de la novela y que, de alguna manera, evoca ese ambiente “espectral” que llena la novela.



Pero nuestro amor era más fuerte que el amor
de aquellos que eran mayores que nosotros—
de muchos más sabios que nosotros—
y ni los ángeles in el Paraíso encima
ni los demonios debajo del mar
separarán jamás mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee:—

Porque la luna no luce sin traerme sueños
de la hermosa Annabel Lee;
ni brilla una estrella sin que vea los ojos brillantes
de la hermosa Annabel Lee;
y así paso la noche acostado al lado
de mi querida, mi querida, mi vida, mi novia,
en su sepulcro junto al mar—
en su tumba a orillas del mar.



En lo que respecta a su estructura dramática y narrativa, me gustaría precisar que “Hojas de dedalera” es una novela narrada, desde un punto de vista cronológico, de modo lineal y está formalmente estructurada en veintiún capítulos y un epílogo. Me gustaría llamar la atención del lector sobre el delicioso y hermosísimo epílogo de la novela que cierra la obra en un hermoso “pianissimo” que cierra brillantemente el libro y tengo que reconocer, que consiguió conmoverme profundamente. Porque “Hojas de dedalera” es una novela redonda en el que las piezas encajan (en algunos momentos muy puntuales encajan bastante forzadas, en honor a la verdad, pero prefiero detenerme en esas “impresiciones” al final de la reseña) y hacen que el lector termine el libro con un sentimiento de satisfacción y de plenitud. Como ya he comentado el final es magnífico pero no lo es menos el arranque de la novela. Ruego al lector que repare en cómo en un solo párrafo Victoria Álvarez nos sabe “prender” y nos insta a seguir la lectura del libro. Voy a permitirme transcribir literalmente el comienzo para así poder apreciar este detalle:



“Annabel no se había movido en los dos últimos días. Se había quedado tan pálida, y su piel tan helada, que podría pasar perfectamente por un cadáver, una inquietante similitud que se veía acentuada por el hecho de que tuviera que pernoctar dentro de un ataúd.

Pero Annabel no era ningún vampiro, ni una no-muerta. Llevaba padeciendo del corazón desde que su memoria alcanzaba a recordar, lo que tampoco era demasiado, puesto que no contaba más que seis años. Y lo del ataúd no se debía a que estuviera a punto de morir, sino a que la pequeña vivía en un cementerio.”



En “Hojas de dedalera” la autora utiliza la figura de un narrador en tercera persona, no omnisciente que, por así decirlo, se va a contentar con “acompañar” la narración. Toda la novela está narrada en tiempo pasado algo que, aunque aparentemente no tendría importancia, si resulta determinante a la hora de enfocar el punto narrativo y el efecto que esta narración en tiempo pasado provoca en el lector. Insto a que se preste atención a que el tiempo verbal de la narración resulta fundamental. Si, por ejemplo, esta misma novela la pasásemos a tiempo presente perdería gran parte de su valor dramático y artístico.



Si nos detenemos en el análisis de los personajes la novela resulta particularmente rica, especialmente por su penetración y profundidad en el tratamiento, por parte de la autora, de éstos. Sin duda alguna, como no podía ser menos, destaca en esa creación el personaje de Annabel Lovelace. Ya sólo el estudio detenido del dibujo de este personaje y su evolución a lo largo de la novela ya daría pie para un estudio que, por sí sólo, ya llenaría una reseña. Al igual que muchos otros autores Victoria Álvarez no consigue darle el punto narrativo al personaje de Annabel cuando es una niña. Da la sensación de que es una adulta (por su manera de pensar, de razonar y de hablar) “disfrazada”, permítaseme la expresión, de niña. Sin embargo es algo que les ocurre incluso a grandísimos y reputados autores (por ejemplo Almudena Grandes en su novela “El lector de Verne” ya reseñado también en este blog literario).  El resto de los personajes principales no se nos muestran como acartonados y “maniqueos” porque tiene la virtud de evolucionar a lo largo del libro. Y, francamente, eso es algo que siempre se agradece...



Un poco más arriba ya destacaba la ambientación de la novela, de esa recreación tan verista de ese Londres victoriano  a caballo entre los siglos XIX y XX. Sin intención, ni muchos menos, de destripar la novela (todo lo contrario porque lo que recomiendo encarecidamente a todos mis lectores, y por méritos propios, es que la lean porque me lo agradecerán) veremos que en la novela uno de los personajes principales, aunque no aparece, es el de Jack el destripador. Este personaje, aún sin aparecer, será uno de los principales “motores” en el planteamiento y desarrollo de la trama dramática. Además, y por otra parte, Victoria Álvarez nos introducirá, magistralmente, en el auge que tuvo en aquella época el espiritismo, y en general todo lo relativo al ocultismo. La autora nos hablará de la popularidad de las mediums, de los fraudes que muchas cometían, así como el extremado rigor con el que se castigaban estos fraudes. Aquí brilla especialmente, sin duda alguna, el talento narrativo de la autora. Reconozco que he quedado muy gratamente sorprendido al comprobar el grandísimo talento de esta autora y, por otra parte, el oficio que demuestra al contar esta historia, en la graduación de la acción dramática, en la manera con la que juega con el lector llevándole claramente a su terreno. Sin duda alguna, “Hojas de dedalera” resulta admirable, teniendo en cuenta, más aún, que se trata de ¡una primera novela! (realmente sorprendente).



Sin embargo ya comentaba al principio que, desgraciadamente, la novela tiene algunos “errores”. Tengo que decir, en honor a la verdad, que la mayoría de estos errores son más achacables a una “deficiente” edición que a la propia autora. Y es una pena que por una edición que no esté lo suficientemente cuidada se deslicen algunos de estos “errores”. De todos modos, como sabrán los seguidores habituales de mi blog es una “cruzada” particular la que mantengo al respecto, porque incluso en editoriales importantísimas suelen aparecer con una frecuencia muy superior a la deseable. Dicho lo cual, es justo reconocer que, para tratarse de una novela de un autor novel, la edición es bastante correcta, visto lo visto. La labor del editor o del agente literario es fundamental para un escritor que, como es lógico, a veces absorto en su creación necesita de una lectura independiente que le ayude a tomar perspectiva de su obra y le ayude a mejorar, corregir y pulir su novela. Esa, entre otras, es la labor de un editor (o de un agente literario). Dicho lo cual voy a poner algunos ejemplos de detalles que, lamentablemente, no han sido corregidos (hay bastantes citaré sólo algunos y que no contribuyan  a desvelar el fondo de la novela)



Simplemente referiré unas pocas para ejemplificar a lo que me refiero. Al principio de la novela se nos dice que Annabel tiene apenas 6 años y que “nunca había acudido a la escuela, ni había jugado con los demás niños de su edad… ni recordaba haber jugado a nada, de hecho”. Sin embargo un poco más adelante nos cuenta el narrador que “La cabeza de Annabel se encontraba tan saturada de información que temía olvidar los contenidos de sus libros cuando se metía en la cama, por lo que tomó la costumbre de apuntar las cuestiones más importantes en una libreta que le dio Heather”. También aparecen múltiples incoherencias en lo relativo a la incorporeidad que, sin embargo, si permite, “coger un libro entre las manos” o “tumbarse en la cama” sin atravesar la materia.  Por ejemplo me ha llamado también la atención es uso de algunas palabras que, independientemente de que sean correctas, que lo son, parece que quedan fuera del campo lingüístico de la obra. Por así decirlo parece que chirrían por sus connotaciones de uso actual en la época en la que está ambientada la novela. Digamos que suenan “anacrónicas”. Por ejemplo: “Lo que te he recetado no es un dulce, sino el único remedio que puede mantenerte sana. Si me entero de que te escaqueas una sola vez, una sola...” Aquí, por lo menos en mi opinión, el verbo “escaquear” me rechina en el contexto de la novela. Yo hubiese reescrito esta frase de la siguiente manera: “Si me entero que dejas de tomarla una sola vez, una sola...”    Detalles estos que, en honor a la verdad, no tienen una gran trascendencia en el relato. Sin embargo, sí hay un punto fundamental, nuclear, en el relato que, en mi opinión no tiene una coherencia y es la aparición de un personaje “fundamental” en el relato y que no resulta creíble no haber tenido alguna noticia de él con anterioridad ( y no puedo contar mucho más para no “destripar” la novela, pero estoy seguro que los lectores que ya la hayan leído sabrán perfectamente a qué me refiero).



Como ya comenté al principio de la reseña, no es mi intención en esta sección del blog hacer “crítica”, en el peor sentido de la palabra, sino hacer pedagogía y ayudar a los autores noveles y, por supuesto, a los lectores de estas reseñas a apreciar todos estos detalles.



No puedo evitar al contemplar mi cuaderno de apuntes y ver todas las notas que aún se acumulan, y que van a quedar inéditos, sentirme abatido y entristecido porque “Hojas de dedalera” es una magnífica novela que merecería una amplia y mucho más completa reseña. Por desgracia si me alargarse mucho más sería claramente incompatible con la razón de ser una reseña literaria. Lo que sí quiero apuntar, a modo de resumen, es que me he sentido muy agradablemente sorprendido por este debut literario de la escritora salmantina “Hojas de dedalera”. Novela escrita con madurez, aunque resulte paradójico en una primera novela, con oficio y sobre todo, con talento. Tomad nota de esta escritora porque, con toda seguridad, dará mucho que hablar en el futuro. Su manera de escribir, su ambientación, su temática “gótica” me ha recordado mucho a una gran escritora actual, la australiana Kate Morton, de la que he reseñado en estos blog dos de sus novelas: “ El jardín olvidado” y “Las horas distantes”. Kate Morton es una auténtica superventas en todo el mundo, me gustaría recomendar especialmente a los seguidores de esta autora que lean “Hojas de dedalera” de Victoria Álvarez y me comentasen su opinión. Me encantaría que los que hayáis leído ambas nos enriquecieseis a todos nosotros dejando un comentario con vuestra opinión.



Antes de cuantificar numéricamente mi opinión general sobre la novela “Hojas de Dedalera” me gustaría dejar sentado que la puntuación que voy a otorgar a los autores noveles, no es equiparable con las puntuaciones que otorgo a las novelas del blog literario “Las bizarrías de Belisa”. Precisamente esa fue una de las razones por las que puse en marcha esta sección de Autores Noveles, para no cometer el agravio comparativo de juzgar, bajo unos mismo criterios, a un autor novel y a grandes escritores como Murakami, Auster, Marías, Almudena Grandes, Pérez Reverte, etc, etc.



Dicho todo lo cual, y bajo las premisas ya referidas en el párrafo anterior, y siendo lo más fiel posible a mi conciencia y a modo de entender el arte literario y teniendo en cuenta todo lo ya referido a lo largo de esta reseña, creo que la puntuación que más ajustada a los méritos de la novela “Hojas de dedalera” de la escritora salmantina Victoria Álvarez sería de un 9/10.


© Luis Alberto Cao

(Os dejo para ilustrar la novela el booktrailer de la novela y la presentación de la autora de su segunda novela publicada recientemente)






LEER ENTREVISTA A VICTORIA ÁLVAREZ
(Pincha la foto para leer la entrevista)

 

sábado, 5 de enero de 2013

A modo de presentación.





Hoy es un día muy importante para este blog y, personalmente, para mí también. Hoy se inaugura una nueva sección del blog literario “Las bizarrías de Belisa” dedicada a los autores noveles.


La fecha de hoy, elegida para la inauguración, no ha sido fruto del azar. He querido esperar a este fecha, víspera de Reyes por dos motivos. Por una parte para homenajear esa noche de ilusión,  y más aún sabiendo que muchísimos amig@s  de todas partes del mundo me escriben con la ilusión de ver sus obras reseñadas en este blog literario. Por otra parte como homenaje a uno de los mayores talentos que ha dado la Literatura Universal, William Shakespeare, y una de sus comedias, que para mí está entre mis favoritas, que se llama “Noche de epifanía”.


Como comentaba en el párrafo anterior he recibido multitud de correos electrónicos de autores noveles que me piden que le publique la reseña de sus obras en el blog. Y esa ha sido, fundamentalmente, la razón de poner en marcha esta sección además, por supuesto, de ayudar a difundir la obra de tantos y tantos autores noveles de talento que no consiguen dar a conocer su trabajo.


Como bien dice el propio nombre de la sección “Las bizarrías de Belisa: Autores Noveles”, está fundamentalmente dirigida a nuevos autores que ya han publicado su novela, tanto en publicación  electrónica (Amazón, etc), como en autopublicación o en pequeñas editoriales. El criterio principal para discernir qué novelas se publicarán es exclusivamente uno: La calidad literaria. Y en este blog, sin duda, se apostará y apoyará el talento de los nuevos autores.


En estos tiempos que vivimos de la globalización y la aldea global, contamos con la ventaja que cualquier autor desde cualquier punto del mundo, por muy remoto e inaccesible que esté, puede publicar y dar publicidad a su obra. Creo que es una oportunidad que no debemos dejar pasar. Esta sección está abierta a todos los autores en lengua española independientemente de su nacionalidad y de su lugar de residencia que, sin duda alguna, serán bien recibidos. En esta sección incluiré también una entrevista en profundidad sobre literatura con cada uno de los autores reseñados para poder también acercarnos a ellos desde una faceta más próxima.


Como siempre, y ya desde el momento en que se creó, hace ya más de un año, su única y principal razón de ser es DIFUNDIR el amor a la literatura y la pasión por la lectura y, por lo tanto, por la Cultura.


Espero, y para mí sería una compensación más que suficiente, que tras esta iniciativa pueda dar el salto a importantes editoriales y al conocimiento por parte del gran público de un nutrido grupo de nuevos autores que, gracias a su talento y su esfuerzo, puedan abrirse paso en este apasionante y maravilloso mundo de la Literatura.
Por último me gustaría daros las gracias, uno por uno, a todos los seguidores de este blog, que gracias a vuestro apoyo, vuestro cariño y vuestra confianza, que me demostráis día a día, reseña tras reseña, este modesto blog puede ver la luz cada día.


Un abrazo muy fuerte a tod@s  y gracias por vuestro constante apoyo.


Luis Alberto Cao, Administrador del blog literario “Las bizarrías de Belisa”.